jueves, 11 de noviembre de 2010

Cuento de un inmigrante III.


Descampado, algún lugar de Madrid. Un cadáver yace tumbado en el suelo con un gran charco de sangre. Pedro José se encuentra inesperadamente con él.

José rápidamente se abalanzó sobre el cuerpo tendido en el suelo intentando  proporcionarle ayuda. Al instante se da cuenta de que está muerto y él manchado completamente de sangre. Sin dudarlo dos veces José coge el teléfono y llama a la policía e informa de la situación.
Al rato la policía llega, toma declaración, sus ropas y fotos a Pedro José y se puede marchar pero con la condición de que no se vaya muy lejos, que puede que necesitasen algo de él muy pronto. José en esos momentos ya sabía que probablemente le considerarían un sospechoso debido a que es un inmigrante. Y así fue, José fue considerado el primer sospechoso del homicidio ya que no se encontraron ningún tipo de pruebas de que alguien más estuviese allí y, lo que sí había, era la ropa llena de sangre de José y sus manos ensangrentadas.
José fue detenido y se encuentra a la espera de un juicio que aclare su inocencia o ser víctima de la discriminación por el mero hecho de ser un inmigrante.
                                                    

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